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miércoles, 16 de marzo de 2011

San Isidoro de León.


Esta iglesia se levanta en un lugar donde se alzaban otras anteriores iglesias. La última de ellas fue edificada por Fernando I para albergar las reliquias de San Isidoro de Sevilla. Esta antigua iglesia no era de grandes proporciones y en absoluto era de estilo románico sino plenamente prerrománica – asturiana. Posteriormente se mandó edificar el famoso y soberbio Panteón de los Reyes, monumento sepulcral que actualmente es lo más antiguo que se conserva. En sus bóvedas se pintó en el siglo XII un repertorio de primer orden en el románico europeo por lo que se la denomina la "Capilla Sixtina" del románico. Poco después se mando reconstruir la iglesia ya en el estilo románico pleno que imperaba en aquella época y traído por los aires internacionales del Camino de Santiago.

Se construyó con un plan de tres naves, crucero saliente y cabecera de tres ábsides. El central lamentablemente se perdió a finales de la Edad Media para sustituirlo por otro tardogótico. En el costado meridional se abren las dos monumentales puertas.

La Puerta del Perdón está consagrada a los peregrinos. Un perro y un león, guardianes del templo, sostienen el tímpano con el Descendimiento de la Cruz, las Marías ante el sepulcro y la Ascensión. A ambos lados del arco aparecen San Pedro y San Pablo. Más arriba, una arquería con un pequeño tejadillo.

La Puerta del Cordero es la principal del templo y es más bella aún. Esta portada está flanqueada por dos columnas sobre las que descansan dos arquivoltas que acogen el tímpano. Éste descansa sobre dos cabezas de carneros. En los relieves que cubren dicho tímpano se disponen dos temas esenciales y superpuestos. En el centro y en la parte superior se dispuso el Agnus Dei (cordero divino) en el círculo de la Eternidad, acompañado por dos ángeles y en íntima conexión con el pasaje bíblico del registro inferior en el que se narra la historia del Sacrificio de Abraham. De derecha a izquierda se advierte, en primer lugar, la figura de Sara, esposa de Abraham, que a la puerta de la tienda despide a su hijo. Isaac, sobre el asno, se dirige al monte Moriah. Seguidamente, el muchacho se quita las sandalias en señal de respeto hacia el lugar santo. En la parte central, Abraham, en el momento más dramático de la escena, está presto para degollar al joven, en el preciso instante en que se hace patente la intervención divina. Dios salva a Isaac como agradecimiento a Abraham por su fe, y envía el cordero divino. A ambos lados de la fachada aparecen San Isidoro y Pelayo.

Una robusta torre románica con amplios ventanales superiores se adosa a los pies del templo, aunque pasa algo desapercibida a pesar de su altura por la magnificencia del templo románico y la cercanía de las murallas romanas.

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